El artículo que me trae aquí hoy es de rabiosa actualidad, pero sin embargo, quizás no sea tan agradable como puedan ser otros que haya hecho antes. Por eso voy a procurar enfocarlo de una forma positiva y como una solución tendente a dar alternativas para que las PYMES industriales puedan salir de la situación a la que nos está llevando la pandemia en muchos casos. Obviaré de todo este análisis aquello relacionado con los ERTES, las alternativas que proporcionan, como se deben gestionar, etc., puesto que es algo que ya fue objeto de análisis en mi anterior artículo, precisamente sobre todo lo que tiene que ver con esta materia.
Como ya he dicho alguna vez anteriormente, este año que ha empezado hace menos de dos meses va a comenzar con unas cuantas incertidumbres y se terminará, así lo creo y espero, con certezas. Se trata por tanto de estar preparado para batallar ante las incertidumbres y tener la seguridad de que van a ser pasajeras y de que en cuanto se den una serie de hechos, desaparecerán. Cómo y de que manera lo harán es algo que está por ver y que en cualquier caso no es objeto de este artículo.
Pero hay una cosa que ya es cierta e innegable, porque ya estamos en la mitad de este primer trimestre del ejercicio, crucial para muchas empresas, y es que empieza a presentar unas características complejas, fruto del desarrollo de la pandemia. Estamos inmersos en una tercera ola, y aunque no se contemplan confinamientos como los de hace un año, lo cierto que las Comunidades Autónomas han aplicado una serie de restricciones que limitan la movilidad, en determinados lugares el cierre de los lugares de ocio, y en las que no existe esa limitación, hay una apertura muy restringida de estos.
Todo esto influye claramente en la economía y en la industria. También lo hace el hecho de que las vacunas han empezado a fluir de una manera algo errática, con importantes desigualdades en cuanto al suministro y aplicación, según de que compañía se trata y de qué Comunidad Autónoma estemos hablando. No sé conoce con claridad el calendario de vacunación, y cuando es conocido, su aplicación está distando mucho de la idónea. Sin duda, es un tema complejo, pero también, como reconoció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha sobrestimado la capacidad de las farmacéuticas de suministrar las vacunas en tiempo y forma, amén de las dificultades logísticas que su distribución y aplicación comportan una vez que están en el país y en el territorio en donde se vayan a aplicar
Por último, tenemos el que sin duda se trata del mayor de los problemas, no sólo a nivel macro como país, sino individual y familias. La Comisión Europea acaba de indicar que en Europa se han perdido cerca de 3 millones de puestos de trabajo en Europa como consecuencia de la crisis debida a la pandemia. Como siempre sucede en estos casos, nos cabe el dudoso honor como país de encabezar el ranking en este terreno con 900 mil empleos perdidos en España, es decir el 30% de toda la zona. ¡El 30%! Si tenemos en cuenta que Europa tiene 446 millones de habitantes y España poco más de 47, es decir, el 10’5%, significa que nuestro peso en el paro es 3 mayor que nuestra proporción demográfica. Ahí es nada.
El ejercicio económico de 2020 ha sido el peor de la serie histórica para el emprendimiento. Según el Radar Empresarial de Concursos de Acreedores y Creación de Empresas publicado por Axesor, tan sólo se crearon 76.189 empresas, un 18,73% menos en términos interanuales y el menor número desde 2008. Y en cuanto a los concursos de acreedores, a pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno para evitar el cierre de empresas solventes afectadas por la crisis, la reducción fue del 12,92 %, produciéndose incluso un incremento en diciembre del 4,35%, dando un acumulado anual de 4.192 casos.
Según el Instituto Nacional de Estadística, tras seis años de incrementos sucesivos, la producción industrial descendió un 9,1% en 2020, 9,4% si corregimos los efectos estacionales, lo que supuso el mayor retroceso desde la crisis financiera de 2009. Esta caída fue especialmente aguda, como ya podemos imaginar, durante los meses de abril, mayo y junio, es decir, en la peor fase de la pandemia. Ha sido una caída que ha afectado a casi todos los sectores, con la única excepción de la fabricación de productos farmacéuticos, que creció un 2,1%.
¿Qué quiero decir con todo lo anterior? ¿Estoy tratando de transmitir un mensaje pesimista de nuestro futuro? No sería esa mi intención. Ya lo he comentado al comienzo del artículo. Pero sí es cierto que hasta que determinados nubarrones no se despejen no deberíamos esperar grandes noticias alentadoras.
En conversaciones que tengo con amigos de diferentes sectores, me comentan que se empiezan a tomar tímidamente decisiones en aspectos relacionados con proyectos, formación, etc., algo que hace unos meses era impensable. Todos sabemos que la primera decisión que los empresarios toman en cuanto atisban la llegada de una crisis es parar los proyectos que comportan inversión, es decir, salida neta de caja. Por una cuestión de prudencia y de confianza en la situación. Y por esas mismas razones, también las últimas decisiones se refieren a lo mismo. Cuando los proyectos con salida de caja empiezan a fluir es cuando se puede entender que luna crisis se ha terminado.
Ante todo esto, y entendiendo que en un mes o poco más, las vacunas comenzarán ya con la velocidad de crucero, mi mejor estimación es que la recuperación empezará producirse en el segundo semestre del año, más bien en el último cuatrimestre, y tendrá ya efectos perceptibles y concretos hacia septiembre, si bien la campaña de turismo en verano no será todavía normal, y más en cuanto a visitantes extranjeros. Pero las primeras luces claras ya serán hacia junio-julio, y más si se produce la tan ansiada inmunidad de rebaño para esas fechas, como anticipan todos los Gobiernos.
Se han barajado varias formas sobre cómo será la salida de la crisis (en U, en V, en W, en curva bañera o en K). Ello ha sido debido fundamentalmente a que ya se dictaminaba cómo iba ser la recuperación antes de saber la profundidad de la crisis, lo que obligaba, por la fuerza de los hechos y acontecimientos, a cambiar la forma geométrica por parte de los expertos, desdiciéndose de esta manera de lo que habían dicho pocos días o semanas antes. Todo hace pensar que estaremos ante una recuperación que no será homogénea ni parecida en cantidad e intensidad en todos los sectores. Es decir, todo hace pensar que la figura geométrica elegida y en la que recuperación se producirá en este caso será la K.
Por tanto, todavía quedan unos meses complejos, que se pueden hacer muy largos, especialmente para las PYMES, si no se toman las medidas adecuadas. La última prórroga sobre los ERTEs, aprobada en Consejo de Ministros y acordada con los agentes sociales finaliza el 31 de mayo, y hay muchas dudas de si van a seguir. El Gobierno ha manifestado a través de la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, su disposición a seguir ayudando a las empresas que fueran solventes y con futuro y que estén atravesando momentos transitoriamente malos por el impacto de la Covid.19.
Por último los fondos para los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTEs) o proyectos de Next Generation están en el aire, ya que todavía no se sabe ni cómo van a llegar ni cuando, debido a lo que a mi entender representa una muy mala pedagogía de los mismos por parte de nuestras autoridades públicas y por la sensación que se está instalando en el mundo empresarial de que los mismos van a beneficiar fundamentalmente a las grandes empresas y corporaciones, dejando de lado a las PYMES, como siempre, las grandes perjudicadas del sector.
Siguiente capítulo: Segunda parte – Algunas soluciones potenciales.