Todos estamos siendo conscientes de un tiempo a esta parte de la digitalización y de las utilidades de la misma. Esta pandemia y los efectos que está teniendo en nuestra vida cotidiana han hecho que hayamos tenido que convertirnos en ciudadanos digitales a una velocidad impensable haca ahora unos meses.
Palabras como videoconferencia, industria 4.0, proyectos de digitalización, así como las vertientes de éstas como el Zoom, Teams, etc., han pasado de ser parte casi del imaginario popular a serlo de nuestra realidad diaria. Hablamos de “hacer un Zoom” o “nos conectamos por Teams” con una familiaridad sorprendente hasta hace bien poco. Los colegios, las empresas, las reuniones familiares, las consultas médicas, etc., se están viendo positivamente afectadas por todo esto.
Para mostrar lo que digo, cogeré un ejemplo de la vida real. Cojamos un ejemplo de la vida real. Supongamos esta situación: vamos a un hospital a visitar a un familiar que ha tenido un percance. En realidad no podemos verle, cosa que ya sabemos de antemano, sino que la reunión es con el médico, para que nos de información de su estado y éste recoja datos dados por nosotros sobre el historial del paciente. Cuando nos marchamos de la consulta, la primera pregunta que nos surge es si eso mismo no lo podíamos haber hecho por videoconferencia. Esa pregunta ni se nos habría pasado por la cabeza en la misma fecha del calendario, pero tan sólo un año antes.
Evidentemente, lo que aquí acabo de exponer son hechos, que creo que son ciertos, o incluso diría yo, incontestables. Y las razones por las que se están dando los mismos son variadas: el contacto físico ha pasado a un segundo lugar, la tecnología es cada vez más ágil en todos los sentidos, e incluso puede darse una cierta comodidad que nos proporciona ésta, que hace que no tengamos que desplazarnos, sino con sólo encender nuestro ordenador, ya estemos conectados.
Como siempre que existe una novedad en nuestro entorno, las opiniones sobre la misma difieren:
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En general, la mayoría pensamos que esto ha traído bienestar a nuestra existencia, y que ha sido un remedio paliativo para estos tiempos turbulentos en los que nos encontramos. Que sin ellos, todo esto habría sido mucho más difícil y complicado de llevar.
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Pero también los hay que piensan que han traído una mayor deshumanización de las relaciones sociales, desafección con los allegados, que entienden que los equipos de trabajo se han resentido, y que va a costar después restituir la situación.
Seguramente, como sucede en la mayoría de los casos, el punto correcto se encuentra en el término medio; en el uso cabal de las nuevas herramientas, entendiendo que no son más que eso, herramientas.
En lo que sí parece que hay un consenso amplio es en que todo esto está aquí para quedarse. El 62,5% de los trabajadores españoles espera que, de uno y otro modo, el teletrabajo se imponga y continúe siendo una herramienta habitual de trabajo una vez haya terminado la pandemia. Esto supone 4,5 puntos más que la media europea. Como siempre, son los sectores en donde la automatización ya existía e incluso estaba muy avanzada, como la química, el automóvil, los sectores financieros y la tecnología los que de una forma más intensa creen que este fenómeno se dará, siendo aquellos en donde todo esto es más incipiente, como los transportes, la hostelería o la educación, donde esa creencia es menor.
De toda esta ola tecnológica, hay que destacar aquella que mayor impacto produce en la industria, no sólo en cantidad, sino también y sobre todo en calidad. Es la llamada Industria 4.0, cuyo alcance es mucho mayor de lo que todavía podemos ni siquiera imaginar. Aparecen nuevos conceptos como el Internet of Things (IOT), la inteligencia artificial, la nanotecnología, las tecnologías cognitivas, etc. Concepto, una vez más, todos ellos nuevos, que tenemos que digerir, procesar y gestionar. Porque están aquí para quedarse.
Todo esto supone un cambio desde el pensamiento lineal actual de los líderes tradicionales, caracterizado por una toma de datos en discontinuo y análisis posterior, al acceso en tiempo real y la inteligencia de negocio.
Lo que sabemos de la industria 4.0 se resume en el acrónimo inglés de PDP, physical-to-digital-to-physical, cuyo desarrollo establece los tres pasos siguientes:
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Paso de lo físico a lo digital -> captura de información del mundo físico y creación de un registro digital.
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De digital a digital -> compartir la información e interpretación de la misma, mediante la analítica avanzada, el análisis de escenarios y la inteligencia artificial.
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De digital a lo físico -> creando algoritmos y pasando la información al entorno físico para crear órdenes de actuación y cambios en este mundo.
Como vemos, la transformación que supone la misma radica en el hecho de que va a cambiar la forma en la que la industria lleva a cabo sus negocios, permitiendo que estos se lleven a cabo en un ciclo continuo. No cabe duda de que esto supondrá la aparición de nuevos roles y capacidades, y eliminará otros que se quedarán antiguos u obsoletos.
Siguiente capítulo: Segunda parte – ¿Cómo afectan al sector industrial?