No quisiera que nadie me interpretara de forma diferente al mensaje que quiero enviar. No hablo de los miles de profesionales que se están dejando la piel, corriendo riesgo personal para ellos y sus allegados, para que podamos saber lo más posible de la pandemia. Vaya esto por delante.
Segunda providencia: en este artículo, me referiré sobre todo a la televisión, que en este momento tiene un mayor impacto en la sociedad.
Hoy a la mañana he tenido ocasión de hablar con una persona de nacionalidad inglesa que reside en España. Como siempre, o casi siempre en estos días, la primera pregunta ha girado en torno a la salud, es decir, el “How are you?” inglés es de más actualidad que nunca.
Después de ese comienzo, hemos empezado a hablar de la actualidad más cercana, y me ha sorprendido que me dijera que él ya no ve los informativos de la televisión española (no ha hecho referencia a un canal en concreto, sino a todos en general). Cuando le he preguntado el motivo, me ha dicho que tiene la sensación que tiene cuando oye el fútbol por la radio, es decir, que los medios españoles están radiando el coronavirus en formato minuto y resultado, y que esto ha terminado por descorazonarle y cansarle.
Me ha preocupado esto que me ha dicho, y sobre todo me ha hecho reflexionar. En tres días es la cuarta opinión parecida que he recibido. Los medios de comunicación han sido considerados como “esenciales” en el real decreto que regula cuáles de las actividades se pueden seguir ejecutando durante la pandemia. Y, por lo tanto, como todas aquellas que lo son, su responsabilidad es si cabe, mayor de la habitual.
Mi pregunta, por tanto, es: ¿están cumpliendo los medios audiovisuales la función “esencial” que se les ha otorgado? Algunas claves para entender el cansancio de los espectadores:
- Todos los espacios de información se dedican exclusivamente al Covid.19.Se abren los informativos con la cifra de fallecidos, antes incluso que la de curados, que es mucho mayor.Se actualizan las cifras prácticamente al minuto. Es el minuto y resultado que indicaba mi contacto inglés.Aparecen “expertos” que dicen una cosa, y en el mismo programa, seguidamente, otros que dicen lo contrario.Se mantienen las líneas editoriales, es decir, según qué canal estés viendo parece que hablan de países distintos sobre el mismo tema.Se sigue buscando el sensacionalismo, primando la excepción y no la regla.
Se puede decir con rigor que los índices de audiencia no bajan. Hay que apostillar que, a muchas horas, como es el caso del mediodía, hay mucha más gente en casa que lo habitual. De alguna manera hay un cierto público cautivo, lo que se observa en el repunte de los telediarios en esa franja horaria.
A la vista de todo lo anterior, me hago una serie de preguntas:
- ¿La reiteración de malas noticias hace que la percepción general sea de mayor gravedad, o nos hace más responsables? No podemos engañar a las cifras, que son las que son.¿Es ético hacer un uso partidista de la información, cuando te han declarado “bien de interés público”?¿Deberían dar paso los tertulianos habituales a otros más expertos, como médicos, investigadores, neumólogos, trabajadores de laboratorio, confrontando sus opiniones?Si asumimos que labor fundamental de los medios es la conciencia social de la situación, ¿están cumpliendo los medios su papel esencial durante la pandemia? ¿Difunden o confunden?