Que solamente un poco más del 5% de los países del mundo (al menos de los 193 que están representados en la ONU) estén gobernados por mujeres no descubre nada que no sepamos. Con honrosas excepciones, que se concentran fundamentalmente en los países del Norte de Europa, vivimos en una sociedad dominada por el género masculino.
Sin embargo, cada vez empiezan a ser más las personas que admiten que los países que están gobernados por las 10 mujeres que ejercen las labores de primer ministro o jefe del estado o similar, están teniendo un mejor comportamiento a la hora de gestionar esta pandemia. Por eso, la pregunta del titular de este escrito no puede ser más oportuna. Porque estas mujeres comparten una serie de características que hacen que tengan una aprobación de su gestión que ronda el 80% como media. Ahí van unas claves para entenderlo, no todas, pero sí varias de ellas, basadas en un nuevo concepto de comunicación:
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Capacidad de comunicación. Saben qué decir, en qué momento decirlo y cómo transmitirlo.
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Modelo diferente de comunicación: lo mismo se entrevistan con niños, para aclararles sus dudas e inquietudes y hacerles ver que es importante quedarse en casa (Erna Solberg) o aparecen rodeadas de sanitarios en sus comparecencias (Mette Frederiksen), dándoles protagonismo y no restándoselo, como en otros ejemplos.
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Uso de las redes sociales. Esto consigue dotar de concisión al mensaje, de claridad en el contenido y de firmeza a lo que seque se quiere transmitir. En Finlandia han utilizado a 900 influencers para difundir sus comunicados (Sanna Marin).
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Puestas en escena originales. Aparecen en ropa informal, en el salón de su casa (Jacinta Arden). Huyen de las poses formales y a veces dramáticas de sus homólogos masculinos, subidos en atriles desde donde pontifican, más que informan, y generan distancia.
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Actitudes integradoras. Cuentan con todo el mundo a la hora de diseñar sus actuaciones, empezando por quienes piensan diferentes de ellas (Angela Merkel).
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Son pragmáticas, un signo mayoritariamente femenino, que aplican con gran eficiencia a su tarea como gobernantes.
- Combinan la iniciativa pública con la privada, apoyándose en ésta en las áreas en las que aquella no puede llegar o no es tan eficiente.
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Presentan un gran sentido de la anticipación. Al menor síntoma, actúan: cierran frontera, establecen políticas de seguimiento ciudadanas, ofrecen test a la población, aumentan las capacidades de las UCIs. Es decir, no sólo hablan, actúan.
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Obtienen resultados. Sólo Alemania presenta de entre estos países más de 1.000 muertos, en una población de más de 80 millones. El resto, menos de 500. Sobresalen los datos de Taiwán, con cerca de una decena, estando en el epicentro del origen de la pandemia y en comparación con sus vecinos chinos, coreanos y japoneses.
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Son solidarias. No sólo lo hacen bien, sino que hacen que otros lo hagan bien (la líder taiwanesa, Tsai Ing-wen ha exportado su modelo a otros países). Se hace oír en organismos como la OMS o la ONU para que éstos tengan fondos de ayuda a la investigación y al desarrollo de los países más desfavorecidos.
Creo que con lo indicado es más que suficiente. No es un problema de edad, porque entre ellas las hay desde treintañeras a personas con más de 60 años, ni de experiencia política, que en el, primero de los casos, por razones obvias, es muy escasa. Yo diría que de su actuación se desprende un sentido muy práctico de las cosas, escasa preocupación por el postureo de los líderes de otras latitudes y una sincera preocupación y sensibilidad por los seres humanos y no por sus carreras políticas.
No soy quién para decir si todo lo anterior es algo consustancial al género femenino, porque no cabe duda de que todas ellas son personas excepcionalmente preparadas. Es decir, todo eso no es fruto de la improvisación. Lo que sí sé es que es una demostración de la injusticia de las diferentes oportunidades según el género, y de que las mujeres lo pueden hacer al menos igual de bien que los hombres. Y en muchos momentos y circunstancias, como es el caso, bastante mejor.
Fuente de información: EL CORREO