El «Oro Negro». Negro sí, pero no Oro

Hubo un tiempo en el que la cuarta parte de la caída que ha experimentado el precio del petróleo en los dos últimos meses habría desatado una crisis mundial. Habría abierto las portadas de todos los telediarios, y todo el mundo sabría de memoria el precio diario del barril, como en 2012 sabíamos el valor de la prima de riesgo. Hoy, con un petróleo Brent a 24,23 $, no hay prácticamente ninguna noticia en los telediarios sobre este tema. Y sin embargo, mucho de lo que vaya a ocurrir con el otrora llamado Oro Negro nos va a afectar en la forma en la que vayamos a salir de esta situación.

Vamos a ver datos significativos por tipos de crudo:

Petróleo Máximo histórico ($) Mínimo histórico ($) Valor actual ($) 11.05.2020 Variación último año
Brent (*) 143,95 9,12 24,23 68,37
OPEP (**) 140,73 12,22 22,71 70,5
West Texas (***) 145,31 -36,98 24,73 62,45

(*) – Es el utilizado en Europa, y cuya calidad es de largo la mejor para producir gasolina, gasóleo y queroseno.

(**) – Es un promedio de los precios de los países que componen la Organización d ellos Países Exportadores de Petróleo, y es el que se utiliza como referencia para los precios del petróleo.

(***) – Es más ligero que el Brent, y se refina fundamentalmente en Estados Unidos.

Aunque parezca mentira, podemos ver que se ha llegado a pagar para poder vender un barril. Ello es fundamentalmente a que la caída de la demanda se ha situado en el 90% y además han existido problemas de almacenamiento de las entregas que vencían en mayo. Es decir, la caída en la demanda provocó que hubiera que cerrar los pozos de un día para otro y que los 100.000 barriles de los contratos que vencían en mayo hubiera que almacenarlos en algún lugar, en el caso de USA en Oklahoma. Al estar estas llenas, se vio que era más beneficioso pagar para vender y deshacerse de la mercancía, que alquilar instalaciones para meter el producto.

Si hay algún sector que se va a ver afectado con esta situación es la del fracking. Se trata de una técnica basada en la fractura oleo-hidráulica del esquisto o shale, que es la roca bituminosa que contiene los hidrocarburos. Se inyecta gas en pozos a 2.500 metros de profundidad y con una presión muy alta que provoca una fractura controlada del fondo del pozo, en donde está el hidrocarburo. El líquido utilizado es agua con materiales apuntalantes para que no se derrumbe el pozo y con productos químicos que lo que hacen es favorecer la salida del hidrocarburo a la superficie

Esta práctica ha sido polémica desde que nació. Quienes la defienden, además de que permite extracciones mucho más baratas que las de los tradicionales pozos, aunque sigue siendo una técnica cara, argumentan que permite llegar a yacimientos que eran impensables con la forma tradicional, y que no es más peligrosa que cualquier otra técnica ya existente. Sin embargo, los detractores argumentan que se contaminan acuíferos (se ha logrado demostrar que esta técnica deja cerca de 600 agentes químicos bajo tierra), que se consumen cantidades ingentes de agua y que se produce una migración no controlada de agentes químicos y gases a la superficie. Y no menos importante, se producen desestabilizaciones de los terrenos que provocan un incremento de la actividad sísmica en las zonas de perforación.

La técnica del fracking se ha utilizado fundamentalmente en USA, en donde con sus pozos marinos, fundamentalmente en la zona del golfo de México, era muy difícil competir en coste con los países árabes, que disponen de un petróleo casi en superficie, sobre todo en Arabia, lo que dotaba a la OPEP de un poder casi omnímodo de control del mercado del petróleo. Durante los gobiernos del presidente Obama, USA incrementó su producción de gas en un 35% y de petróleo en un 80% desbancando por momentos a los saudíes como primeros productores de petróleo del mundo.

Hasta aquí, los hechos. ¿Ya partir de ahora, qué? Se estima que la demanda energética caerá en 2020 un 6%, es decir, siete veces más que durante la crisis financiera de 2008. Las emisiones de carbono se han reducido un 8%, y el tráfico se ha reducido un 60%. Es cierto que cuando recuperemos una cierta normalidad, se prevé un incremento del transporte privado para evitar las aglomeraciones del público, pero no es menos cierto que algunos empleos nuevos generados al albur de esta nueva situación basados en la telemática han llegado para quedarse.

Con este panorama, hay que estar muy atento a lo que vaya a suceder en USA en el sector del petróleo en los próximos meses. Y ello por varias razones:

  • La primera es que la divisa de referencia en el mundo del petróleo es el dólar. Europa no ha sido capaz de desbancar a la moneda norteamericana como referencia en este sector. Es imposible comprar un barril en Euros.

  • La segunda y mucho más importante es el futuro del fracking. La industria del esquisto sobrevive con precios del petróleo de entre 35 a 40 $ (hay quien dice que a 30 $ ya es rentable). Con el petróleo de West Texas a menos de 25 $, todas las instalaciones siguen paradas y las compañías han mandado a casa a todos sus empleados hasta que el valor del petróleo llegue al entorno de 30 $.

  • Lo anterior afecta a bancos y fondos de inversión que ya han absorbido 50.000 millones de $ de deuda en los últimos 7 años. Se espera un plazo realmente largo de números rojos con la situación actual. De los 180.000 millones de $ que deben las principales compañías petrolíferas del mundo, más del 50% no está respaldada. Hay compañías que ya se están acogiendo a las leyes de bancarrota: son 7 entre enero y abril, la mayor de las cuales, Whiting Petroleum tiene 32.000 millones de $ de deuda, pero se espera que para final de año sean más de 90.

  • El Petróleo se rige por el mercado de futuros, que recientemente entro en negativo, algo nunca visto. Ello hizo presagiar a alguna agencia de calificación de riesgo, como Fitch, que la ratio de impagos del sector alcanzaría el 17%.

¿Qué va a pasar el próximo lunes, 18 de mayo, cuando maduren los contratos de junio? Todo el sector tiene la vista puesta en ese día. Parece que los traders tratarán de deshacerse de los contratos antes de ese día para que no suceda otra vez lo que ocurrió en abril. Se están buscando nuevos lugares de reserva del crudo para desviar los depósitos. El número de pozos operativos ha caído a un tercio en este año y el número de toneladas producidas bien podría bajar en el entorno del 30% al 35%. Todo para bajar la producción y pasar del actual superávit a una situación cercana al desabastecimiento con objeto de que el petróleo suba por encima de los 30 $ y los pozos vuelvan a ser rentables.

¿Y en el mercado de futuros? La dinámica de precios lateral sugiere que los inversores están esperando que los recortes sobre la producción surtan efecto sobre la economía global. Mientras tanto también se está vigilando el proceso de levantamiento de las restricciones contra el coronavirus en todo el mundo. Estos dos factores están ayudando a impulsar al mercado al alza. Esto hace que los futuros del petróleo crudo West Texas Intermediate de EEUU y del Brent, referencia internacional, estén subiendo, aunque lentamente. Hoy al mediodía, el petróleo crudo WTI de julio está cotizando en $26.35, cayendo $1.27 o +5.06% y el petróleo crudo Brent de julio está en $30.52, subiendo $0.99 o +3.34%.

La noticia más importante que se ha publicado recientemente es potencialmente alcista. Araba Saudí se ha comprometido, de forma inesperada, a aumentar los recortes sobre la producción en el mes de junio, concretamente en 1 millón de barriles por día (bpd) adicionales en el mes de junio, reduciendo su producción total hasta los 7.5 millones de bpd, lo que está un 40% por debajo de los niveles de abril.

Ante este panorama, no solamente los ojos del mundo deben estar puestos en las consecuencias de todos estos movimientos, sino en cómo afecta a otras industrias, fundamentalmente, a la automoción, las aerolíneas y a la siderurgia. Un petróleo bajo puede actuar de elemento reactivador de las dos primeras, que están pasando una crisis profunda debido a la pandemia, a las incertidumbres asociadas a la misma, especialmente en el tema de los vuelos. Desgraciadamente, el caso es el opuesto para las empresas siderúrgicas, que ven cómo las inversiones en los pozos caen a niveles nunca conocidos y que afectan de forma dramática su entrada de pedidos. Si a ello le unimos que esta industria está sujeta a los aranceles de la administración Trump en muchas partes del mundo y especialmente en Europa, tenemos un caldo de cultivo potente para una larga travesía del desierto en este sector.

Esta situación tan caótica en el sector petrolífero va a ser a buen seguro aprovechada por aquellas empresas que trabajan en las energías renovables y en la economía circular en general, para reforzarse como alternativas en el mercado.

De todo esto y de más tendremos que comenzar a hablar en algún momento. El silencio oficial y no oficial sobre lo que viene en este sector debe terminar pronto. Porque de no comenzar a reactivarse el mismo en un plazo corto de tiempo, vamos a ver cómo comienzan nuevamente las tensiones financieras internacionales con un final incierto. De no hacerlo, el petróleo no volverá ser oro (aunque eso en cualquier caso es poco factible), pero su futuro sí será negro.