La industria española. Y ahora…¿qué? Segunda parte-Algunas soluciones factibles

Antes de nada, es bueno que recordemos a qué nos referimos cuando hablamos de industria: es la actividad que tiene como propósito transformar las materias primas en productos elaborados o semielaborados, utilizando una fuente de energía y en muchas ocasiones mediante un aporte de mano de obra.

Es sabido que la industria aguanta mejor la crisis que el sector servicios, que tiende a desplomarse con más facilidad ante coyunturas adversas. Por eso, el hecho de ser un país de turismo y hostelería nos hace sensibles a las coyunturas económicas.

Cada punto de crecimiento en el PIB industrial representa 150.000 puestos de trabajos más, además de lo que supone de reducción del déficit comercial.

Todos cuantos incentivos se den en el mundo industrial, se recuperarán con facilidad por el Estado, y de forma aumentada, porque las empresas industriales son más estables y tienen una mayor duración en el mercado.

Vamos a poner 4 elementos importantes encima de la mesa que nos pueden ayudar a orientar esta situación, y consecuentemente a encontrar caminos de salida de la misma.

  1. Tenemos que ser moderadamente optimistas, basados en una serie de elementos ciertos:

    1. Estamos en un momento muy malo, cierto, el peor de los últimos años. Pero si somos capaces de hacerlo bien, de que los esfuerzos estén todos concentrados en la misma dirección, durará poco. Hay que apoyar a quienes les toca liderar la crisis, y éstos deben hacer lo posible para que les apoyemos.
    2. La industria tiene mucho recorrido en nuestro país. Tenemos una capacidad de crecimiento muy importante, porque estamos en un puesto muy bajo en el ranking europeo. Necesitamos hacerlo ganando músculo y dimensión. Mantener las PYMES que tenemos, pero creando grandes empresas por encima de los 100 millones de Euros facturación.

    3. Podemos y debemos adaptar nuestra industria, no sólo para poder dar respuesta con independencia de nuestras necesidades de abastecimiento, sino por su menor volatilidad a la hora de mantener sus estructuras productivas en los peores momentos.

    4. Aunque no sea el caso lógicamente en todos, la gran industria española es referente de productividad en determinados sectores tan relevantes como el automóvil.

    5. No toda la industria va a verse afectada por igual. La pequeña sufrirá más, y en cualquier caso, dependerá de lo ligada que cada uno de los sectores esté con los sectores que van a tener más restricciones (turismo, higiene, etc.).

  2. Y para ello, entiendo que hacen falta tres actitudes y políticas a nivel público y privado:

    1. Apostar por modelos nuevos de negocio por parte de todos los agentes sociales, para redefinir nuestra industria.

    2. Cambiar el modelo productivo: hace falta invertir y apoyar mucho el conocimiento, la tecnología, el contacto con el talento, con las universidades, también para aquellas que empresas que sus mercados se hayan visto afectados de forma más importante puedan reinventarse para poder encontrar nichos en donde puedan competir mejor.

    3. Recuperar el diálogo social y la confianza entre empresarios y trabajadores, en diálogos abiertos y sobre todo, flexibles en donde no haya ganadores y perdedores; solamente ganadores, con objeto de:

      1. Reformar el mercado de trabajo, evitando sus rigideces y obstáculos a la contratación.

      2. Reformar el mercado de bienes y servicios e invertir en actividades que generen más innovación y productividad.

  3. Visto lo anterior, propongo otras tres acciones concretas:

    1. Subvencionar las políticas activas del trabajo, no las del desempleo. Establecer ayudas a la contratación, no testimoniales, sino todas las que se puedan, incluso complementando durante un tiempo los salarios de determinados trabajadores utilizando para ello las arcas públicas. Con ello, se conseguirá abaratar los costes laborales, reducir las filas del paro y aumentar las cotizaciones sociales.

    2. Efectuar políticas de reindustrialización y mantenimiento de la capacidad industrial, sobre todo orientadas a la industria manufacturera, financiando las inversiones precisas en momentos de dificultad de financiación privada.

    3. Incentivar la contratación de trabajadores mediante ayudas al trabajo o la compatibilidad del trabajo con otro tipo de ayudas.

  4. ¿Qué no se debe hacer? Tan importante como lo anterior es no cometer determinados errores que pueden tirar por tierra lo que hagamos. Hay dos acciones en las que se puede incurrir con facilidad, y que yo no haría en ningún caso:

    1. Promover movimientos y estrategias antiglobalizadoras. Debido a la escasez de producto que ha traído esta pandemia, ha comenzado un movimiento antiglobalización en determinados lugares del planeta, tratando de recuperar la producción de esos productos que salieron fuera de nuestras fronteras. Y algunos gobiernos, movidos por una visión cortoplacista y populistas empiezan a ofrecer ayudas a la vuelta de esas empresas en cada territorio. Y eso, lo digo alto y claro, es una torpeza, un error de bulto de consecuencias desconocidas. Dedicaré otro artículo a explicar por qué a mi entender no es eso lo que se necesita.

    2. Invertir dinero en empresas públicas, ni en su mantenimiento, ni mucho menos en su creación. Mantengamos, eso sí, bienes y servicios sociales que con las que sostienen un estado del bienestar (educación, sanidad) combinando las iniciativas público-privadas. Pero no en industria. La historia ha demostrado no una, sino varias veces, que es un error que se paga en forma de socialización de pérdidas.

Aunque ahora se está debatiendo la forma, de una forma o de otra, desde Europa llegará dinero. Dinero, para apoyar la innovación, la investigación o la transición verde, buscando una rápida recuperación y que estemos todos mejor preparados para cuando venga la próxima crisis. Dinero que de una forma o de otra, sea mediante subvenciones o préstamos blandos, tendremos que saber bien en qué vamos a utilizar. Qué es lo nuclear para fortalecerlo y el resto, reorientarlo.

Hay que utilizar esos fondos para volver al punto anterior al COVID.19 de la forma más rápida posible, mediante una política económica adecuada. Esto es clave, y es el quid de la cuestión. De nosotros depende que seamos capaces de hacer un uso cabal de los recursos o de que dentro de unos años nos volvamos a encontrar hablando de los mismos temas.

Siguiente capítulo: tercera parte-Qué hacer en cada compañía.